La pandemia por COVID-19 ha evidenciado el vínculo que existe entre salud, bienestar y entornos urbanos. Frente a ello, se vuelve urgente preparar a la ciudad ante futuras crisis para prevenir pérdidas económicas, sociales y ambientales. Fenómenos como el hacinamiento, la falta de calidad habitacional y la alta dependencia del sistema de transporte motorizado, condicionan la capacidad de nuestros países para lidiar con la pandemia y los efectos del cambio climático.
Un primer conjunto de recomendaciones se ordena bajo el objetivo estratégico de promover políticas de vivienda pública de calidad, que respondan al déficit habitacional cuantitativo y cualitativo y que, a su vez, mejoren los estándares de eficiencia energética de la vivienda ya disponible. Para ello se propone: 1) Crear un programa de vivienda pública en arriendo, construida en terrenos del Estado; 2) Construir el 100% de viviendas subsidiadas por el Estado bajo criterios de eficiencia energética al 2030; y 3) Mejorar el programa de reacondicionamiento térmico de viviendas.