La pandemia de la COVID-19 ha sido la mayor crisis que México ha presenciado en los últimos cincuenta y seis años, en particular debido a sus impactos multisec- toriales y la forma en que estos están profundizando las brechas estructurales preexistentes en el país. El paro obligatorio de actividades para evitar el aumento de contagios repercutió gravemente en la dinámica económica y laboral, reflejándose en una caída del PIB de 8.5% en 2020. Los grupos sociales más afectados fueron aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad —grupos indígenas, jóvenes, mujeres y población con bajos ingresos— y que viven en regiones rurales donde existe una carencia de servicios de salud e infraestructura de calidad. Los niveles de pobreza y pobreza extrema incrementaron 2% y 1.5% en 2020 con respecto a 2018, respectivamente.
Las condiciones socioeconómicas heterogéneas del país implican distintos márgenes de evolución de las tasas de pobreza laboral y de ocupación laboral según los estados. Así, los gobiernos con mayores cambios porcentuales fueron aquellos con vocación turística y mayor número de contagios —por ejemplo, Tabasco, Quintana Roo, Ciudad de México, Baja California, entre otros—.